El arte siempre ha estado vinculado a mí desde pequeño, pero no era del todo consciente de ello. Los años fueron pasando y algo me decía que mi manera de vivir la vida tenía que estar relacionada con ser artista. Era de la forma en que mejor pensaba, imaginaba y me expresaba. Hasta hace 5 años que decidí formarme en interpretación. Al principio me invadía una sensación de incertidumbre, miedo e inseguridad hasta que empezó el primer día de clase, en ese momento me di cuenta de que eso era lo mío, lo que quería hacer y lo que realmente daba sentido a mi vida sin duda. Me formé durante dos años en una escuela de interpretación en la que fui reconociéndome y reconociendo lo que era esta profesión. Descubrí pasiones, bloqueos, ambiciones, y descubrí que el ser actor es un aprendizaje constante y maravilloso. Al finalizar mis dos años en la escuela decidí formarme en el audiovisual a través de un máster y en el que pude hallar el detalle, la precisión y todo lo que conlleva la interpretación ante una cámara. A día de hoy sigo formándome como actor, como artista y como persona, ya que considero que es lo mínimo que puedo ofrecerle a esta profesión. Ser actor me ha enseñado valores como el sacrificio que significa el trabajar por lo que uno de verdad ama, y que la pasión, la constancia y el esfuerzo son la clave para trabajar por conseguir que los sueños se hagan realidad.